NACIÓN Y MICRONACIÓN EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN

Anastasio López[1]

Resumen: A partir de la conceptualización de la nación, comunidad nacional y tradición, en relación con la globalización, se presenta a la micronación como una expresión subyacente de la nación. De este modo, la micronación permite que personas con valores comunes puedan formar una unidad particular con objetivos definidos.

1.- La Nación

El Padre Osvaldo Lira señalaba que la nación era un cuerpo orgánico; y para exponer esta idea la asimilaba a un ser humano. De este modo, ella posee un cuerpo, consistente en su comunidad nacional, o los individuos que cada uno forman parte de ella, que muchos miran como el único elemente de esta. Pero ese cuerpo no es solo materia, sino que posee un alma, la cual unifica[2] el cuerpo de la nación, dándole fisonomía propia y volviéndola unidad de ser.
El alma nacional se desarrolla progresivamente sobre la base de “los valores que cada generación le vaya entregando a la que haya de sucederle en el decurso del tiempo, constituyéndose así con las aportaciones de todas ellas reunidas”. Esta comunión de valores progresiva es la tradición, y precisamente su característica es ir perfeccionándose con el tiempo; si fuera inmutable sería anquilosis, y por tanto no seria realmente un alma nacional. 
Si en geometría se necesitan dos puntos para determinar el sentido de una línea recta, en la dirección de la nación es preciso conjugar, con los valores actuales del presente, los valores del pasado para poder determinar en la medida de lo posible los valores del porvenir.
Ahora bien, del mismo modo que los individuos en la esfera de sus acciones individuales siguen propósito claro y decidido, expresión de una auténtica racionalidad, así también cada organismo de nivel nacional deberá actuar movido por lo que sea conveniente para el progreso y el engrandecimiento propios. Aquello que le es conveniente no es una ideología, ni un régimen específico, ni aun lo que prefiera una mayoría circunstancial; lo que es conveniente para la nación es por un lado el orden político, y por encima de cualquier otra preocupación, el auténtico bien común de la nación.
Decía Santo Tomás de Aquino que amar a alguien consiste en procurar su bien “amare est velle bonum alicui”, y en este sentido, un nacionalismo bien entendido deberá coincidir con un patriotismo también bien entendido. Aquel no se limita a proclamar las grandezas de la patria[3], cosa más bien chovinista y anquilosada, sino que a procurar que las posibles grandezas proclamadas se conviertan en sólida y venturosa realidad.
¿De que manera podrá esa nación su bien común, y aún más, definir los medios con que conseguirá dicho fin? La respuesta nuevamente nos remite a la comparación con el ser humano; lo hará libremente, es decir sin coacción alguna que le imponga en un sentido u otro sus fines, ni que la haga optar por forzadamente por una cuestión u otra. Igualmente tendrá como limite el respeto al desarrollo de otras naciones y su gente[4], y a su vez deberá respetar ciertos derechos naturales de su propia comunidad nacional, anteriores a la nación misma. 
Luego, cada comunidad nacional será libre para dotarse de valores[5], y desarrollar su propia organización y objetivos nacionales, que no son más que aquel bien común expresado como una política nacional superior, o lo que se suele llamar “política de Estado”. En esta perspectiva, los objetivos nacionales y la conducción política deben ser una síntesis superadora de dos errores extremos, que son la primacía del bien individual con desmedro del bien común y la prosecución del bien común con detrimento del bien de la persona humana. La ausencia de equilibrio, prefiriendo uno por sobre el otro, lleva a resultados desastrosos.
Resulta que esto que puede parecer natural, es decir que cada comunidad nacional pueda desarrollarse libremente, y fijar sus propios fines, esta hoy en jaque por la globalización. Alain Touraine ha criticado de la globalización el que los pueblos cedan el poder sobre sus economías y sociedades a fuerzas globales y antidemocráticas, tales como los mercados, las agencias de calificación de la deuda, u otros órganos supraestatales.
En definitiva, la crítica es al efecto intervencionista que la globalización tiene en la libertad de la comunidad nacional; no se puede ser libre cuando se está sujeto a dominación externa en campos que han de ser propios del dominio nacional, tales como la gestión del territorio, población, gobierno y relaciones exteriores.
2.- La micronación
Junto con la globalización, la masificación del internet ha sido otro de los fenómenos más importantes de la postguerra fría. Curiosamente, ha sido la red la que ha dado pie a la expansión de un nuevo campo para el desarrollo de la nacionalidad, a través de las micronaciones.
La red ha significado la apertura de un nuevo mundo virtual, donde no existen fronteras ni gobiernos que regulen a gran escala lo que en él se desarrolla.[6] Esta misma libertad ha permitido que desde la misma red se organicen micronaciones a gran escala[7], escapando a la unificación de los diversos Estados, y la perdida forzosa de las tradiciones de las naciones.
Con esto, es posible ver que las micronaciones han servido de válvula de escape para la nacionalidad que estaba arrinconada frente a la globalización homogeneizadora. Desde el colonialismo que arrasó con culturas milenarias, hasta las avanzadas del siglo XXI que miran con malos ojos los valores fruto de siglos de desarrollo.
Respecto de la República de Rino Island nos identificamos con esta forma de micronación, aquella que ante la uniformidad propone la diversidad; revalorizando el legado de una tradición anterior y en constante progresión.
Puede que la comunidad micronacional este formada por personas de distintas nacionalidades, pero si los unen valores comunes podrán proyectar una visión hacia el futuro y definir los objetivos nacionales, de modo que las aspiraciones colectivas son formuladas como la política nacional de la micronación[8].
3.- Conclusión
La nación, en tanto comunidad nacional con valores y una historia propia, ha visto afectada su propia libertad por la tendencia a la uniformidad en la era de la globalización, lo cual ha contribuido a la expansión de la micronación como nuevo sujeto político.
Nuestro país ciertamente no comenzó de esta forma, ni mucho menos. Tuvo un origen lúdico, que fue dando paso a un desarrollo desordenado y luego al descrédito producto de una dirección que rechazó el alma nacional, y que se olvidó de la existencia de cuerpo.
Cuando en 2017 comenzamos la refundación nacional conforme los objetivos nacionales planteados, no hacíamos sino ir desarrollando esa nación que subyace al proyecto micronacional. Fue la expresión material de esa nacionalidad que, siguiendo el modelo micronacional, aflora poco a poco.
La experiencia de un desarrollo micronacional basado en los valores comunes de su comunidad nacional, explicitados luego en objetivos definidos, sirve en gran manera de guía para su desarrollo, de modo que como un todo sucesivo esta va a ir verificándose paulatinamente a lo largo de su discurrir temporal. La nación en gran escala y la micronación a pequeña escala permiten destacar esos valores peculiares en medio y por encima de esa unificación universal y acelerada que se va dibujando en el horizonte internacional.



Bibliografía
Cuevas, Gustavo (1983). “Objetivos Nacionales. Una reflexión analítica”. Política. Revista de Ciencia Política de la Universidad de Chile N°3, Santiago de Chile, pp. 9-26.
López, Anastasio (2016) “Objetivos Nacionales de Rino Island: plan para la refundación nacional”, Santiago de Chile, Academia Nacional de Rino Island.
Mill, John Stuart (1859) “Sobre la Libertad”. Edición digital de libros Aguilar, traducción del inglés de Josefa Sainz Pulido.
P. Osvaldo Lira SS.CC (1974) “Nación y nacionalismo”. En Pensamiento Nacionalista, Alberto Arce, Eberhard y Enrique Campos Menéndez (compiladores), Santiago de Chile; Editora Nacional Gabriela Mistral, pp. 19-65.
Pugh, Kenneth (1996) “LA RED INTERNET” en Revista de Marina 831. Año CXII, Volumen 113, Número 831 (Marzo - Abril 1996).  Valparaíso, Chile.

Notas
 (1) Ministro Asuntos Internos y de Defensa y Relaciones Exteriores de la República de Rino Island; Director de la Academia Nacional de Rino Island y expresidente (2017-2018).
 (2) Lira específicamente distingue entre unificar, que es la reunión de lo diverso, y uniformar, que es igualar lo diverso. Una nación reconoce y valora diferencias, pues la enriquecen. Solo bajo los totalitarismos (casos nazi y fascista) se pretende anular las diferencias e imponer la visión del partido (Nota del padre Lira).
 (3) Menos aún va a significar el odio o rechazo a lo extranjero, cuestión que es lisa y llanamente chovinismo.
  (4) Existe con todo un limite respecto de hasta donde se puede tolerar la intervención sin que exista coacción ilegitima; la gestión del territorio, población, gobierno y relaciones exteriores son las cuestiones que por esencial pertenecen a la nación sobre sí misma.
 (5) Algo que no se analiza en este trabajo, pero si en otros de este autor, es cuando efectivamente será válida esa elección de valores. En resumidas cuentas, debe ser un proceso que realmente tome en cuenta tanto el bien común como la opinión de la comunidad nacional, y no mera imposición de fuerza o mayoría.
  (6) Pugh, Kenneth (1996) “LA RED INTERNET” en Revista de Marina 831. Año CXII, Volumen 113, Número 831 (Marzo - Abril 1996).  Valparaíso, Chile.
 (7) Dejamos de lado en este análisis aquellas micronaciones que nacieron previo a la internet, o en cuyo desarrollo no ha sido fundamental la existencia de internet.
  (8) Cuevas, Gustavo (1983). “Objetivos Nacionales. Una reflexión analítica”. Política. Revista de Ciencia Política, (3), pp. 9-26. Santiago de Chile.



[1] Ministro Asuntos Internos y de Defensa y Relaciones Exteriores de la República de Rino Island; Director de la Academia Nacional de Rino Island y expresidente (2017-2018).
[2] Lira específicamente distingue entre unificar, que es la reunión de lo diverso, y uniformar, que es igualar lo diverso. Una nación reconoce y valora diferencias, pues la enriquecen. Solo bajo los totalitarismos (casos nazi y fascista) se pretende anular las diferencias e imponer la visión del partido (Nota del padre Lira).
[3] Menos aún va a significar el odio o rechazo a lo extranjero, cuestión que es lisa y llanamente chovinismo.
[4] Existe con todo un limite respecto de hasta donde se puede tolerar la intervención sin que exista coacción ilegitima; la gestión del territorio, población, gobierno y relaciones exteriores son las cuestiones que por esencial pertenecen a la nación sobre sí misma.
[5] Algo que no se analiza en este trabajo, pero si en otros de este autor, es cuando efectivamente será válida esa elección de valores. En resumidas cuentas, debe ser un proceso que realmente tome en cuenta tanto el bien común como la opinión de la comunidad nacional, y no mera imposición de fuerza o mayoría.
[6] Pugh, Kenneth (1996) “LA RED INTERNET” en Revista de Marina 831. Año CXII, Volumen 113, Número 831 (Marzo - Abril 1996).  Valparaíso, Chile.
[7] Dejamos de lado en este análisis aquellas micronaciones que nacieron previo a la internet, o en cuyo desarrollo no ha sido fundamental la existencia de internet.
[8] Cuevas, Gustavo (1983). “Objetivos Nacionales. Una reflexión analítica”. Política. Revista de Ciencia Política, (3), pp. 9-26. Santiago de Chile.