BREVE COMENTARIO DE UN MICRONACIONALISTA VIRTUAL

Por Guillermo Hansbreck, Jefe del Estado de Miurer

El primer término que hemos de tener presentes cuando decidimos formar parte de esta comunidad es tiempo. Necesitamos disponer de unos momentos cada semana para encontrarnos con nuestro proyecto, a fin de poder plasmar las ideas que nos asaltan sobre cómo mejorar o qué orientación tomar, y también para analizar el clima exterior: qué rumbo llevan las micronaciones afines.
Yo defiendo el modelo digitalista, una solución que hace posibles numerosas intenciones, como puede ser la ubicación virtual idónea para un pueblo. Creo que esta corriente de pensamiento inspira a más personas a involucrarse en este noble fin y, en ningún momento, otros compañeros micronacionales deben menospreciarlo. En la diferencia de pareceres encontramos la riqueza de esta comunidad.
El micronacionalismo es una desconexión del rimo cotidiano macronacional; tiene que servir para que recapacitemos seriamente y saquemos lo mejor de nosotros mismos; de nada sirven la hostilidad y la ansiedad. A simple vista encontramos que quienes defienden el diálogo y la buena voluntad son los que han prosperado y prosiguen jubilosamente en este mundo paralelo.
Tengo que sumar a lo anterior la capacidad de trabajo. Se ha de estar dispuesto a echar horas revisando legislación internacional para hallar las ideas más propicias para una constitución o preocuparse por configurar una compleja geografía a través de avanzadas herramientas que tenemos en la red. Normalmente, aquellos que han trabajado tan intensamente en su microestado están más que dispuestos a ayudar, porque la solidaridad es otra virtud que he visto a lo largo de mi carrera; he tratado con personas muy amables y solícitas que han hecho mi vida micronacional mucho más cómoda. De la fuerza de la colaboración, nació el ejemplo del Antiguo Estado Virtual de Miurer, la micronación que fundé en junio de dos mil diez, donde países americanos y europeos han contribuido con coraje para hacer de ese lugar virtual un sitio avanzado en multitud de aspectos.
La inactividad fue la razón por la que entraron en el antiguo Miurer esos amigos. No hay que temerle, se puede presentar por cualquier circunstancia. Tenemos que saber qué hacer cuando no estemos vivos en el micronacionalismo. Con el tiempo, he llegado a la conclusión de que la extinción no es la solución, ya que hay muchas alternativas y una de ellas es la cesión de territorios a una entidad de confianza.
La cultura, como ya indiqué en la República de Rino Island, es un medio valioso para este tipo de países, al servir de combustible para la actividad interna de cada cual. La recopilación de datos, el intercambio de ideas fundadas o los acontecimientos deportivos son verdaderas manifestaciones de espíritu avanzado e involucrado. El microestado que triunfe en estos campos tiene asegurado un brillante porvenir; porque debe existir cierto equilibrio entre el nivel de actividad y la calidad de lo que se hace. No admitiría una visión que promoviese únicamiente frivolidades y menudencias, todo hecho deprisa y sin la menor detención. Aunque se tarde un año, como es el caso de la fundación del Estado de Miurer en el dos mil veinte, los resultados han de ser firmes y debidamente desarrollados. Con una buena base, se pueden hacer grandes avances y alcanzar cierta preeminencia.
Quiero aprovechar estas últimas líneas para mostrar mi reconocimiento hacia la Academia Nacional de Rino Island por el ingente trabajo de recopilar disquisiciones de destacados micronacionalistas, amigos todos.
Un cordial saludo al lector de esta pequeña divagación.